II ESPIRITU - ALMA - CUERPO
El ser humano es a la imagen del universo y su energía trinitaria. Hemos visto que la energía del universo es a la vez movimiento y concentración de inteligencia (in/formaciones) puesta en formas. Así, crea la unión (alma) entre la esencia (espíritu puro) energética de un potencial inteligente y su manifestación por concentración en formas (cuerpos) más o menos densas (materiales). Esta unión es, pues, la base de los tres principios: espíritu-alma y cuerpo ya enunciado anteriormente.
II.1. El Espíritu
El espíritu es el principio creador de vitalidad. Es la esencia activa, la presencia despertado de un potencial inteligente de un ser en manifestación, el aliento de su individualización. La conciencia es el estado apacible y profundo del espíritu de reconocer la esencia de sí mismo.
Gracias a su esencia inteligente activa, las formas que se crean pueden dotarse de una conciencia y reconocerse a sí mismo como espíritu, de manera más o menos extensa o universal, como portador de un potencial creativo inteligente. La conciencia es siempre el reconocimiento de una relación específica o única con el todo UNO. Supone la superación de la separación aparente provocada por las condiciones limitantes de identificación propia al mundo de la manifestación. Más que el espíritu reconoce su relación de unión con el todo, más que su potencial se aproxima a la conciencia pura.
Gracias al potencial de reconocerse a sí mismo, el espíritu es empujado a ser el timón de la esencia creativa que lleva. De naturaleza inmaterial es el ser superior o el principio de concretización de la conciencia de la universalidad de nuestra alma. En realidad, es intemporal y libre, no determinado por el tiempo o el espacio. Como hace parte del potencial de la fuente, no tiene comienzo temporal y tampoco fin temporal. Nace y vuelve de sí mismo a su origen como particularidad del Espíritu Universal.
Cada espíritu es una fracción holográfica del Espíritu Universal Original, dotado de una conciencia que depende de su evolución de reconocimiento en la unión original del todo Uno. Por lo tanto, ningún espíritu es una realidad fija, pero tiene la capacidad de superar su propio nivel y expansión de conciencia según su evolución de reconocerse en el Todo Uno. Como cada espíritu es una experiencia específica del Espíritu Universal, tiene, por lo tanto, con El una relación única de comunicación y de acercamiento absoluto o directo sin intermedios. “Yo mi Padre somos uno” decía Jesús. Quiere decir que por medio de nuestra conciencia de unión podemos reconocernos como parte integrante del Principio Creador Universal. Este poder es innato en la creación de nuestro ser y es presente en todo lo que expresamos, aunque no seamos conscientes de eso.
Al asociar la consciencia con la actividad mental del cerebro, asociamos el espíritu con la mente. Sin embargo, la actividad de la conciencia existe más allá de la actividad del cerebro y la encarnación en un cuerpo material, denso. Así la memoria del espíritu es la capacidad de ir más allá del tiempo y los límites de los condicionamientos de las experiencias en los mundos densos. Es la esencia de la información del potencial experimentado la que permanentemente regresa a la fuente.
No se puede hablar del espíritu sin una connotación más sutil, esencial, abstracta y creativa. Sin embargo algunos filósofos lo hacen para resolver el problema de una realidad en varios niveles que existe entre la conciencia del espíritu y el conjunto de la actividad mental del cerebro.
Existe otra confusión entre el espíritu y el alma, aunque ambas están íntimamente relacionadas. El espíritu es el timón del alma. El alma es el motor y el vehículo etérico de orientación de la energía dirigida por el espíritu. Es a la vez animación y soporte del espíritu más allá de su encarnación.
Por lo tanto, el espíritu orienta la es-sens-cia (es-sen-tido) o la información inteligente del potencial original de toda creación, de lo que procede, pujándola hacia las experiencias de la manifestación. Es como una guía de aplicación de un aceite esencial. Las experiencias, o aplicaciones de las elecciones de vida, lo llevan al estado de un ser cada vez más consciente. El espíritu decide, más o menos libremente según la conciencia de unión realizada, sobre cómo, cuándo y por qué hacer experiencias.
II.2.El alma:

El tercer principio de la energía universal es su materialización
por
mediode un cuerpo o vehículo de
resonancia con el potencial de las fuentes de vida. Es el soporte de
expresión y de manifestación. Este vehículo toma varios niveles de vibración
superpuestos. Forman cada uno una expresión específica (física, ethérica,
emocional-astral, mental, causal, búdica, atmica).
Estos cuerpos tienen vibraciones luminosas que dan a nuestros actos, palabras y pensamientos su especificidad. A medida que bajamos de nivel de luz al nivel material denso, la energía disminuye de frecuencia vibratoria. A cada nivel refleja la esencia de nuestro espíritu según la elección hecha en relación con su nivel de conciencia de amor-sabiduría realizado. Su condicionamiento corresponde a las circunstancias de la experiencia elegida para evolucionar.
Aquí una representación de la unión que forman los diferentes cuerpos humanos. Se trata de un toro, a la semejanza de la energía universal. El centro del toro es el corazón con su conexión a las fuentes de vida. El toro es el movimiento de nuestro cuerpo de unión, conocido como Merkabah, que se forma a base de dos tetraedros (forma geométrica de base de la energía universal).
Gracias a su conexión con nuestra alma, nuestros diferentes cuerpos forman una unión que permite tener relaciones a diferentes niveles con el Todo. Más bien que un soporto, constituyen juntos un templo sagrado de relaciones de unión en evolución.
También gracias a la energía de amor de nuestro corazón podemos crear una conexión más íntima con el alma y el yo superior de nuestro espíritu y por lo tanto con el potencial infinito (el genio, los talentes) de nuestras fuentes de vida. Entonces todo puede cambiar. En efecto, el ser humano tiene la capacidad natural de hacer subir sus vibraciones mediante un proceso de unión de sus relaciones bajo la fuerza de la conciencia de unión. Es un proceso de practicar la armonización en todo que hacemos. Este aumento de vibración se ve facilitado actualmente por la subida cíclica de la vibración de la tierra. Estimula la perfección del cuerpo mental pero también del mundo animal y vegetal.
En este contexto, es conveniente mencionar los niveles de unión en nuestros cuerpos:
1. Unión física: la unión del cuerpo físico se basa en el tejido conjuntivo. Conecta todos los órganos y elementos del cuerpo. Se pueden hacer ejercicios de visualización de esta unión para fortalecer la unión de estas relaciones y armonizar el cuerpo.
2. Unión energética: es la unión del cuerpo físico con las diferentes capas sutiles (ethérica, emocional, astral, causal, búdica y atmica) que forman conjuntamente un cuerpo de unión, conocido como Merkabah.
Este cuerpo de unión hace la conexión con el cuerpo espiritual que une nuestra alma y espíritu. La unión de este cuerpo depende de la armonía entre los diferentes chakras. A menudo se habla de los siete chakras principales. En realidad, hay 12 (al menos) con 1 chakra bajo de los pies para entrar en contacto con la tierra y 4 arriba de la cabeza que tienen un papel para entrar en las dimensiones superiores. Por lo tanto, piden ser reactivados: abajo: el chakra (estrella) de la tierra, arriba: el chakra (solar) del alma, el chakra portal estelar, el chakra cósmico (o universal) y el chakra de la divinidad (o portal divino). Existen múltiples formas de fortalecer este cuerpo de unión. Sobre todo, una actitud de expresar el amor en todo. Luego hay yoga, meditación, respiración que se encuentra en obras específicas.
3. La unión espiritual
solar: es la unión de nuestro cuerpo con la luz de nuestra alma y nuestro
espíritu. Esta unión se hace vía el sol central en el corazón, el chakra
coronal y el chakra solar enzima de la cabezza. La evocación y visualización
del sol central en el corazón ya se mencionaba más arriba. Es un ejercicio muy
importante, pero muy sencillo. Sólo hace falta paciencia antes de que empecemos
a sentir el efecto de esa luz.
Podemos compartir la luz de amor que ha llenado nuestros corazones con los corazones de las personas que nos rodean, y luego hacer una vuelta alrededor de la tierra, a través de los continentes, para finalmente tocar al corazón de cada miembro de la humanidad. Es un ejercicio poderoso que alivia la carga de los conflictos y sufrimientos que pesan sobre las diferentes capas de la tierra. Reduce la resistencia a los cambios que afectan a su vida y así proporciona más protección atrayendo situaciones más positivas como el justo retorno de las energías generadas.
La unión solar más allá de la Tierra. Es al mismo tiempo nuestra unión cósmica, mística y divina, nuestra conexión con todos los universos. Nos libera de las limitaciones que se imponen por las condiciones transitorias de la vida en la tierra. Al facilitar el contacto con el alma y el ser superior del espíritu, genera la iluminación de nuestra mente por su abertura para la esencia de las realidades espirituales de la vida. Eso lleva claridad, transparencia y coherencia al funcionamiento del cerebro conduciendo a la visión de síntesis donde cada información tiene su justo lugar en la unión del conjunto.
Los cambios planetarios y solares actuales actúan directamente en favor de nuestra unión solar. Están transformando la separación creada en ciclos solares del pasado para restaurar la unión cósmica gracias al bajado del fuego cósmico que provocaría una purificación en forma de ionización de la atmósfera.
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