Mucha gente piensa de vivir en el corazón del mundo. Con todo desde el punto de vista de la humanidad eso es imposible. Podemos decir que el Mediterráneo está desde la Antigüedad el centro de intercambio entre las grandes civilizaciones. Es por su situación geográfica y climatológica excepcional en el mundo.
La línea energética central de la tierra que viene del Oriente Próximo (Irán-Irak, el plexo de la tierra) se abre en Jerusalén para formar el corazón de la Tierra. Es en efecto allí que se transmitió el primer mensaje de amor. El corazón se extiende al Norte y al Sur de la línea central que sigue por Chipre, Creta, Italia (Toscana y Roma) y los Pirineos (que incluyen Barcelona y Estella) hasta Santander. Al norte el corazón se extiende sobre una gran parte de Europa. Tiene como centro principal París y refleja sobre todo el aspecto individualista del hombre. Al Sur hay España, Portugal, el Norte de África y las islas. Tiene como centro principal Madrid. París-Madrid-Roma forman un gran triángulo de intercambios.
Desde el punto de vista energético planetario el corazón del mundo está en evolución como la propia humanidad.
Se dice que la humanidad va a tomar actualmente la iniciación del corazón. Eso quiere decir que el hombre va a descubrir lo que es esencial en la vida. El hombre tiene en efecto necesidad de situarse mejor en el conjunto para poder sobrevivir en el crecimiento galopante de la población mundial. Al armonizarse mejor con su ambiente podrá valorizar mejor sus relaciones e implicarse de una manera más correctamente sin poner en peligro las fuentes de la vida.
A nivel espiritual esta zona del corazón está por los cambios energéticos cósmicos más directamente vinculados con el corazón cósmico local, formado por el Grande y Pequeño Carro (Osa). Eso influirá más y más sobre la conciencia del hombre y los cambios planetarios. Este corazón cósmico se llama a Shamballah (sobre esto: la Gran Invocación).
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