IV parte 2. Los cambios internos.
Esta es la parte la más larga y la más esencial de nuestro tema: REORIENTAR NUESTRAS VIDAS HACIA LA ESENCIA INTERIOR DE NUESTROS CORAZONES. Esta esencia es amor puro e incondicional. Nos une con las fuentes de vida y nos da la paz del Cristo Interior.
«Sin vivir desde el interior nuestra amor para el TODO, nunca podremos hacer nada para liberarnos de los problemas, conflictos y sufrimientos del mundo» El mundo material exterior nunca nos satisfará sin el reconocimiento de esta esencia interior. La unión crística del corazón es una unión fraternal. Es la única forma de acabar con las divisiones de un mundo que refleja las tendencias caóticas del individualismo egótica.
Después de lo que ha estado expuesto antes, es claro que la humanidad enfrenta una presión de cambios cada vez mayores. Provocados por el fuego cósmico purificador, no son solo externos. Sino que también están dentro de cualquier manifestación al imagen del proceso termonuclear actual del sol y sus explosiones. Interior y exterior forman una unión. La restauración-purificación por el fuego original es universal y afecta cada núcleo de la materia. Estimula la fusión de los elementos (tierra, agua, fuego, aire, éter) y acerca los diferentes niveles del cuerpo humano (energético-etérico, físico, emocional, mental, psíquico, espiritual, divino) A medida que los elementos fusionan el éter de luz se hara progresivamente visible.
Por lo tanto, los cambios externos no pueden aislarse de los cambios internos y especialmente en el ser humano y su mente, replegado sobre sí mismo. Es sometido a una separación de encierro vibratorio (3D) bajo la influencia automática o ciega de la ley de atracción y repulsión. Cada vez está más directamente afectada por el fuego purificador cósmico que quema por fricción las resistencias de esta separación. Se autodestruyen finalmente por la violencia acumulada por la asfixia de la fuerza de amor. El reconocimiento de la restauración de LA GRAN LEY DEL UNO se impone como la única salida de esperanza.