Parte 2:
El contexto cósmico-solar-planetario actual: el
hombre cósmico
Actualmente
estamos al final del ciclo de desdoblamiento del que hicimos mención en la
primera parte. Un nuevo ciclo solar se ha iniciado desde la mañana del 5 de
enero de 1989. Es el ciclo del sexto suelo de los mayas, el ciclo de las altas
vibraciones y del bautismo de fuego. Esa mañana, el sol ha absorbido una
cantidad de antimateria (o ausencia de luz) en relación con su núcleo. (http://pangeosis-es.blogspot.fr/2008/07/los-cambios-y-la-nueva-astrologa-csmica.html)
Esto no parece posible sin pasar en un vacío local (consecuencia de la expansión
del universo) que forma una ventana hacia una dimensión superior.
Se
puede simbólicamente hablar de un efecto purificador que, inicialmente, se
presenta al exterior del sol como una inestabilidad con fuertes erupciones.
Pero, en realidad, estamos convencidos
de que se trata de una intensificación de su proceso de fusión de hidrógeno -
helio, que transforma su núcleo en una masa crítica de alta actividad interna, provocando
progresivamente una radiación de su luz más intensa y más penetrante, más
blanca, más deslumbrando y caliente como efecto externo. La actividad externa
del sol debería finalmente volverse progresivamente más estable. Estos cambios
darán al mundo científico un argumento importante para explicar el
recalentamiento del planeta al cual el comportamiento humano da efectos
suplementarios y excesivos. En
resumen, se trata en el sistema solar de una activación de la vibración atómica
por un aumento de la fricción en la materia.
A parte
estos cambios luminosos, hay que tener en cuenta que varios planetas de nuestro
sistema solar se han preparado a esta situación desde décadas. Volvieron la
coherencia magnética en el sistema solar a veces estable, a veces inestable,
según su posición alrededor del centro, el sol, por una ganancia muy importante
de su magnetismo. Por el contrario, la tierra perdió mucho de su magnetismo.
Esto debería poner la tierra con su satélite, la luna, cerca de un vacío
relativo o una situación propicia a la receptividad de fuerzas que hasta-allí
no podían alcanzarlos. Es la situación soñada para cambios importantes:
desplazamientos de polaridad, desplazamiento del eje, exceso y finalmente
cambio climático, terremotos…
la Constelación
del Cristo-Buda cósmico
A tener
en cuenta también un cambio inevitable de la relación tierra - luna, cuyo este
último es el eslabón más escaso. Siendo en desintegración (según la ciencia:
liberación de los fotones de la radiactividad gamma), su proceso de
desgasificación debería rápidamente mostrar las señales de una verdadera división
lunar. Según nuestra elaboración de nueva astrología cósmica una cruz cósmica se presentará entre Júpiter-
sol-Marte y Neptuno-sol-Mercurio hacia el 8 de septiembre de 2012. El conjunto
se asemeja como una ampliación del libro de la vida cósmica. Su parte de la manifestación
(la cruz) muestra un desdoblamiento
local del acuerdo espacio-tiempo-fuerza en el cual la luna parece encontrarse
en un punto de energía libre (o la habitación real de una pirámide).Pensamos
que es una fuerte señal que debería observarse hacia el 11 de septiembre (¡¡),
momento en que la cruz de las 4 energías
(3 fijos y 1 fluido) es transformado en cruz de fluidez. Con todos los
acontecimientos comenzarán lógicamente a la parte oculta de la luna. Es en ese momento que el Virgen (el sol o Ceres
símbolo de la procreación) pone su pie sobre una hoz de luna.
Ceres se
encuentra en ese momento a la altura de la garganta de la Constelación del
Cristo Acuario. Como invoca la gran evocación ‘que el mental divino coincide
con el mental de los hombres) entramos así del tiempo del desdoblamiento en el
tiempo de las coincidencias. Esta situación astronómico-lógica hará el tema de
otro mensaje.
A tener
en cuenta a este respecto que según la nueva astrología cósmica que da una
representación proporcional del sistema solar en la galaxia, Plutón está en
Capricornio, Urano en Aries (apertura del invisible del fuego cósmico respecto
al hombre, el aspecto Vulcano ocultado por la luna), Saturno en Balanza (fusión
o coincidencia pasado-futuro) y que el sol está desde el punto de vista cósmico
en su ciclo Cáncer, aunque desde la vista de la tierra en ese momento es en Virgen (sensibilidad y
expresión pura, neutra, según el plan). Esta cruz corresponde a lo que se
describe por Garlos Galindo sobre el Crismón de Jacobus y el fin de los
tiempos. (http://www.caminodelsimbolo.com/libros/EL%20CRISMON%20DE%20JACOBUS.pdf).
Todos
estos cambios deberían crear las condiciones óptimas para el proceso de la
reunión del espíritu con el cuerpo. Esto incluye que el potencial o el aspecto maestría
, realizado por cada ser humano en sus ciclos de encarnaciones, sea en acuerdo
o en armonía con estos cambios para que se exteriorice. Esta exteriorización
tiene por objetivo la ayuda mutua para facilitar la transformación interna y
externa de la humanidad en su proceso de ascensión. Es el sentido de lo que
está previsto como exteriorización de la jerarquía. No se trata pues de la
manifestación de un único principal instructor del mundo que vendrá “adumbrar” los otros maestros y todos
los seres humanos. Se trata de su Espíritu de Antiguo de los Días, más
realizado que en la época Atlántida, a través de su creación del Espíritu
Cristo-Buda. Desciende hacia todos que Lo aceptan y se concentra en el que oye
la clave musical de su energía (Paracleto) para pleitear como un abogado el
caso del servicio de Este Grande Único Espíritu a lo sumo bien del conjunto. En
concreto se trata de el que viene en nombre de este Espíritu Único para “iluminar”
todos los espíritus encarnados a final que eligen la vía con su vehículo de luz
del justo medio.
El ser humano
está descubriendo las implicaciones debido a que entre toda polaridad, hay un
justo medio que contiene la clave de la energía de la liberación. Es esta
energía libre que nos permite superar toda dualidad, toda condición y todo
bloqueo. Es por esta conciencia del justo medio que el mundo puede liberarse de
su lógica de división y de guerra. En realidad, es un proceso de liberación de nuestros viejos paradigmas
para darse la vuelta a las fuentes de nuestra autenticidad y originalidad.
Pero es sólo posible a través de un proceso de armonización que abre nuestra
visión hacia una visión de síntesis
sobre el conjunto, más allá de una visión personal, condicionado por
intereses polarizados por nuestro individualismo. Es una visión que está en
servicio de la armonía del más grande bien del conjunto. Esto pone en duda todo
el sistema actual con sus exageraciones en la manera de organizar la vida
diaria.
Todos
estos cambios se reflejan en el ser humano. Entró en un período de transición y
purificación que sufre a nivel físico (ADN), emocional, mental y relacional. Estimula al mismo tiempo el punto crítico (el
sexto chakra) al centro de la cabeza y la expresión con el centro del corazón.
El resultado conseguirá finalmente una nueva raza y una nueva armonía, más
luminoso (vestido del abrigo blanco del espíritu). Traerá a expresiones y una
organización de la vida que serán completamente diferentes de lo que conocemos
hoy. Se tiene bien de intentar mantener lo que existe hoy, no se mantendrá nada
que no será adaptado o será armonizado en informe de la nueva situación
cósmica.
La
nueva luz estimula los cuerpos inferiores del ser humano y el funcionamiento de
su cerebro. Puede de ventaja recibir la
información que la nueva fuerza de la energía cósmica establece en forma de luz
regeneradora espiritual. El proceso es notable. Todo ve y verá la luz. Los
excesos del individualismo dominador y manipulador van a buen paso pero son
revelados por una masa crítica que crece cada día. La necesidad de cambio se hace cada vez más sentir. Las soluciones
basadas en el mantenimiento de los viejos paradigmas no hacen más que acentuar
la crisis y causan de ventaja de discordia y conflictos. Mucho hablan de
cambios, del nuevo, pero la divergencia entre el supramental (divino) y mental
humano es aún grande porque el ser humano aún no encontró el camino del medio para liberarse de las divisiones de su pasado.
No es
asombroso, después de lo que acabamos de exponer, que todo parece cada vez más
en crisis (magnético) en un caos creciente (el sacrificio del viejo sobre la
cruz de los conflictos). Pero al mismo tiempo un nuevo movimiento está
naciendo. Cada vez más seres humanos se vuelven conscientes de su libre albedrío
y lo emplean para superar los conflictos, buscando el equilibrio entre las
polaridades de los extremos de derecha e izquierda, entre el individualismo
separatista y el colectivismo que globaliza, entre la libertad incontrolada y el
control total, entre el conjunto económico y el conjunto espiritual, entre el
demasiado bien y el demasiado mal. Aún no se encontró la apertura de la visión
de síntesis que une y atrae todo, respetando las diferencias de cada uno.
Nuestra reacción “contra” nos frena aún en todas nuestras acciones y nos impide
salgar de este sistema de separación. Es la misma cosa si pretendemos de poder
ponernos fuera o más allá de este sistema. Una enfermedad no se cura sin hacer
frente a ella.
El camino del justo medio no es centralista sino va hacia
el centro del equilibrio y de la unión del conjunto, más allá de una partida o un
pensamiento limitado e individualista que polariza. La vía del justo medio no
quiere decir irlo todo que deje sino de estar justa en relación de la armonía
del conjunto. No sabemos aún sacar provecho, o la fuerza de la que tenemos
necesidad, de las diferencias de los otros. Los valorizamos aún según el
sistema del antiguo acuerdo del desdoblamiento: en pro y contradijo, en bien y
mal. Con todo, mucha gente comienza a comprender que en cada parte política hay
bien y del mal pero que el sistema establecido no permite sacar provecho. En
efecto, es un sistema de soberanía de las partes. La llamamos una particracia hacia o un sistema dentro lo cual las partidas se
combaten e intentan destruir lo que el otro construyó. Es el final asegurado de
la democracia moderna.
Se
anuncia entonces en nuestros días el
tiempo una nueva luz de reunión, un Pentecostés planetario que desciende
hacia cada uno de nosotros. Es el tiempo de la reunión consciente de todos los
aspectos o dimensiones del ser humano en el nuevo espacio cósmico-planetario
por la unión del cuerpo y el espíritu como base
de una conciencia colectiva. Esto permite expresar los principios de
igualdad (división espacio), libertad (según el flujo movimiento tiempo) y
solidaridad (acuerdo con el bien del conjunto) como prueba que “la unión hace la fuerza” luminosa” de la
fraternidad universal.
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