El hombre, al pensar en cosas mundanas, toma afición en ellas
El ser espiritual, al pensar en cosas celestes, supera a los límites de sus sentidos humanos para entrar en su naturaleza divina
De la afición del hombre nace el apego
De la liberación del ser humano divino nace el desapego frente las pasiones de las relaciones humanas
Del apego nace la codicia
De las justas relaciones con uno mismo, los demás y el entorno nace la gracia
De codicia nace la ira
De la gracia nace la paz interna y externa
De la ira, productora de decepción, nace la angustia
De la paz, productora de satisfacción, nace la alegría y de esta su madre: nuestra asunción espiritual
La depresión confunde la memoria, destruyendo la razón
La asunción espiritual aclara nuestra memoria por encima de la muerte, instruyéndonos en la síntesis de todos los talentos en el Principio de unión de nuestro Padre Divino: la extra-lucidez del oír, del sentir, del ver, del elegir y del discernir. Son las bases de la creación y de nuestra creatividad.
Unen nuestras pequeñas mentes con el entendimiento del amor inmenso que anima nuestro corazón con la luz del Espíritu-Madre de toda la sabiduría del Padre. Manteniendo está luz focalizada, nuestra alma se eleva hacia el Principio Padre-Madre Creador para despertarnos en la Luz de Cristo-Buda, que hace de nosotros hijos e hijas, manifestaciones de experiencias vivas de esta esta triple unión divina como, hermanos y hermanos divinos.
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